viernes, 29 de agosto de 2008

¡Venta nocturna de libros!


La semana empezó fatal. Teníamos ya toda la información y documentación necesaria para poder alquilar, había que dejar los documentos, pagar y esperar 6 días. Pero resulta que la propiedad del aval tiene que estar valuada en 130 veces el monto del alquiler. El alquiler iba a ser 5000 pesos (¡sí!, 500 dólares por un departamentito muy pequeño para ese precio, que ni tenía vista al mar, ni ascensor, ni acabados, ni nada de esos lujos, pero así de cara es esta ciudad), por tanto la casa debía estar valuada en más de 650 mil pesos. No sé en realidad cuánto era el valor de la casa porque hicieron un trámite para que lo disminuyan y que los arbitrios fueran menos (situación que no nos favoreció), el punto es que me parece que de todos modos no hubiera alcanzado ese monto. Yo, ilusa de mí, pensé que eso era un detalle, una insignificancia que podían pasar por alto, no creí que fueran tan estrictos con esa norma, que no era necesario que el costo fuera exactamente el solicitado, pero NO. No se podía ni dejar la documentación si no cumplíamos ese requisito y de ser así debíamos además del mes de garantía y el que corre, dejar seis meses de renta pagados por adelatando, es decir, impensable. De modo que toda la búsqueda volvió a cero. Vimos en otra corredora y las demás piden aún más requisitos. En el periódico en la semana no ha salido nada bueno. Y las pocas opciones que vimos eran muy grandes y significaba compartir con alguien más, lo cual tampoco está sencillo encontrar con quien. Estamos viendo si alguien más puede ser de aval a ver si aún ese depa que me gustó podríamos ocuparlo, pero no está siendo fácil (por el monto solicitado, la ubicación de la propiedad y la confianza que hay que tener con las personas para pedirle el favor). Así que este fin de semana otra vez reiniciaremos la búsqueda de depas, caminaremos por las calles a ver cartelitos; así que por favor crucen sus deditos. Aparte de ese pequeño traspié que me dejó muy triste y angustiada, la semana transcurrió bien, el lunes y martes estuvieron muy interesantes las clases de mis seminarios. El martes además fuimos al estreno de una película en la que participó Mario, el hermano de Rubén, como segundo asistente de dirección. La película se llama Todos los días son tuyos y la verdad no me gustó, la trama es confusa y nunca se entiende quiénes son los buenos y quiénes los malos (es de ese tipo de películas, buenos por un lado, malos por el otro, así que eso era vital). Se muestran demasiadas escenas de violencia excesiva que no está justificada, hay ensañamiento en la violencia hacia la mujer, que es algo por lo cual nunca estará de más levantar la voz (¿por qué siempre mujeres muertas, asesinadas, maniatadas con descaro?), ya que tiene repercusiones simbólicas nefastas para la sociedad. Aparte de eso tuve mucho trabajo que hacer pero lo acabé a tiempo. Me dispersé viendo Noches púrpuras de Wong Kar Wai, que sí me gustó mucho. Adelanté algo de mi investigación y también un artículo que debía entregar y estoy empezando a pensar en otros que tengo pendientes. Sin embargo, sigo sintiendo que no logro maximizar mi tiempo, que no me organizo bien y eso, como deben suponer, me angustia muchísimo. Quizá es en parte por no tener un lugar para mí, pero cuando lo tenga tendré más responsabilidades (hacer limpieza, cocinar o preparar mis alimentos y aunque no seré la única encargada de esto, algún día me tocará), las cuales ahorita no tengo. De todos modos apuesto porque pronto pueda tener las cosas bajo control, en la medida de lo posible. Sigan cruzando sus deditos.Pero sin duda, lo mejor, mejor de la semana fue que el Fondo de Cultura Económica, que tiene una bellísima librería llamada Rosario Castellanos (a donde yo me iría a vivir sin ningún problema, si me dejaran), realizó ayer una venta nocturna de libros, la mayoría de libros a 30%, 35% y 40% de descuento y también algunos títulos (no los más populares eso sí) a 10 pesos (es decir, a 1 dólar). Fue una locura, llegamos y había un montón de gente, además de que repartían vino y bocaditos, la cafetería tenía cafés a dos por uno, a sólo 6 pesos y por cada 100 pesos en compra de libros participabas en las rifas, rifaban kilos de libros, colecciones y al final una bicicleta. Estuvimos a nada de ganarnos la bicicleta, sacaron 10 tickets, el décimo se la llevaba y el nuestro salió en noveno lugar, snif snif. Bueno, fue lo máximo, a pesar de que casi no pude comer bocaditos (un señor se los cogía y los ponía en su mesa y ni se los comía el egoísta desconsiderado) y no probé el vino, la verdad estaba muy ocupada y con las manos llenas y en un dilema porque era muy difícil elegir qué llevar, qué dejar y aunque muchas cosas igual estaban al descuento de siempre, salimos como con 20 libros (fácil) y que bueno que nos fuimos porque sino hubieran sido más. Así que ya con esa catarsis, espero que el fin de semana nos depare buenas noticias y que la semana que empezará pinte mucho mejor.

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