lunes, 23 de febrero de 2009

Contingencia ambiental


Empezó la semana con contingencia ambiental, es decir, se superaron los límites permitidos de contaminación, por lo que no era posible hacer ejercicio físico al aire libre por riesgo a daños a la salud. Eso derivó en que se me congestionó la nariz horriblemente. El lunes fui a hacerme el análisis de sangre como había prometido pero todo salió en orden, al menos según los rangos que decían en el papel, tengo de hemoglobina 14,7, supongo que eso es bueno. Toda esta semana he estado dedicada casi completamente a los boletines, aunque he logrado adelantar algo de mi investigación y otras cosas personales. El martes fui al colegio a una conferencia de Clément Rosset que tenía muy buen título “Identidad social, identidad personal, ¿existe una diferencia real?” pero la verdad me decepcionó un poco su acercamiento, más bien anecdótico y asumiendo que sólo existía la identidad social pero sin sustentarlo debidamente. Lo bueno es que vi a Rubí y conversé un rato con ella, lo malo es que comí en el colegio y no había menú vegetariano, así que comí puras “sopas” (es decir entradas) y ensalada. Además en la noche se cortó el agua, aunque el corte sólo estaba programado para el último fin de semana del mes. Fui al cine a ver Coraline que me gustó mucho, pero no está dirigida por Tim Burton. Ya el miércoles más o menos se regularizó el agua y pude cocinar, hice chupe verde que me quedó muy rico y cau cau de tofú. Aparte, el miércoles fui a visitar a Gaby en la nochecita un rato, nos la pasamos bien, con un vinito y quesito que nos tenía preparado Fernando. No había comentado que justo el fin de semana pasado entendí la diferencia entre la comida peruana y la comida mexicana, lo que comes aquí lo puedes comer en cualquier restaurante, casi todos tienen exactamente lo mismo, más o menos rico, en cambio en Lima hay especialización y diversidad, vas a comer un platillo a un lugar específico y otro a otro lugar específico, creo que en eso se resume toda mi frustración culinaria en este país. Así que cuando me dicen, ¿qué quieres comer?, pues la verdad mis opciones son tan limitadas que termino comiendo siempre lo mismo. El jueves me quedé frustrada por no poder llamar a Luz por su cumpleaños y es que dejé mi agenda del año pasado y mi directorio en Lima, de ahora en adelante anotaré todo en el yahoo para evitar estos problemas. En fin, ¡feliz día mi lucesita linda! Lo bueno es que hablé con Rodo, lo llamé dado que no me contestaba mis correos y hablamos un buen rato, él de su lado pegado al ventilador, yo con pashmina encima y mucha agua con limón y miel. Además tuve que tomar una gran decisión, entre ir o no al Seminario de género con Marta Lamas. Los pro eran que Marta Lamas es una teórica reconocida (para algunos eso era lo negativo), que me parecía bueno tener un espacio de debate con otras personas, pero lo malo es que como no ha hecho programa no sé qué se leerá y puede que muchas cosas yo ya las haya leído y de hecho las lecturas que había realizado ya, no me convencieron, han entrado al tema por el nivel antropológico, que es el más consabido, yo hubiera preferido que entraran problematizando los conceptos. Y conociéndome, si me metía no iba a dejarlo aunque sintiera que no me aportaba nada, por otro lado, tengo en realidad mucho que avanzar de mi investigación y considerando el trabajo, el seminario igual me quita mucho tiempo por las lecturas que no son pocas. Aunque el grupo era bueno, también era muy disímil y eso evita que la discusión sea más especializada. Así que finalmente terminé decidiendo no ir, lo cual significa que no tengo excusa para no ponerme las pilas con mi investigación, pero ando muy dispersa, así que he retomado mi proyecto de novela, a ver si como Arguedas, a dos manos el deber se hace menos atroz. En la noche quise ver Madagascar pero no funcionó el disco, así que me tuve que conformar con El espantapájaros (Scarecrow) con Al Pacino jovensísimo y Gene Hackman más joven que ahora. Es una película de 1973 y la verdad me hizo enojar tanto, muestra algunas fasetas violentas y absurdas masculinas que a mí simplemente me aburren. El viernes, siguió el problema del agua y encima salió en el periódico que hay sequía y se cortará más el servicio (pucha), pero felizmente hubo suficiente para bañarme, ponerme bonita y hacer mis famosas hamburguesas de portobello (es muy fácil, les puedo pasar la receta). En la tarde fui a ver Quisiera ser millonario de Dany Boyle y está buenísima. Es en términos sencillos una historia de amor pero está muy bien contada y además se mezcla con la condición de extrema pobreza en la India, me gustó muchísimo, se las recomiendo. Tiene cosas muy fuertes pero de verdad está muy bien contada. En la noche era la celebración del cumpleaños de un amigo de Rubén así que estuvimos en El (otro) río de la plata, es una cantina en el centro de la ciudad, están de moda. De ahí nos fuimos al Tenampa, que es famoso porque por ahí pasaron todos los cantantes mexicanos célebres, tocan mariachis y está en la Plaza Garibaldi (claro que es un poco cariñosito). El sábado me fui a la peluquería a cortarme las puntas no más, pasé a casa de Gaby para ver cómo estaba de su operación, pero está muy bien. Y estuvimos en casa de los papás de Rubén lavando ropa, por cierto que llovió lluvia ácido que lo único que hizo fue ensuciar todo. El domingo íbamos a ir a Tepoztlán a ver los carnavales pero falleció una tía de Rubén y entonces no se pudo. El domingo también empezó a hacer un frío horroroso, así que a volver a sacar abrigos, colchas y chompas, así están el clima de loco.

lunes, 16 de febrero de 2009

De vuelta en el defectuoso


El vuelo de regreso fue largo, además de que ahora revisan las maletas unas tres veces y uno debe esperar como cuarenta y cinco minutos para recoger el equipaje. Felizmente me salió luz verde y pasé sin tener que esperar una revisión más. El clima aquí aunque supuestamente es invierno está bastante cálido, sin frío extremo y soleado, al punto de que a medio día te mueres de calor. El miércoles visité a Oli y en la noche iba a ver a Gaby pero se tuvo que quedar en su trabajo hasta muy tarde. El jueves pasó Kazt a recoger los encargos de mi tía Martha y a dejarme de su parte algunas cosas. Luego llamé a Montse por el skype y hablamos como dos horas, la puse al día de mis últimos días en Lima y ella de su vida. Disfruté mucho mucho hablarle y conversar largo y tendido, me sentí más tranquila después de eso. El resto del día estuve trabajando bien y retomé mi investigación con mucho ánimo. En la noche comimos en el sushi y antes de entrar al cine me sentí mal y se me bajó la presión, como que me desmayaba, así que vinieron los paramédicos y me midieron el pulso, el corazón y la glucosa. Recomendó que me hiciera un análisis de sangre por si estoy con anemia. Desde mi punto de vista ha sido producto de tantos días de estrés emocional, de los cambios, la mala alimentación de los viajes, encuentros y desencuentros, la tensión; pero sí me tomaré más en serio a mí misma. Como me dieron Coca Cola para subirme la presión, me quitaron el sueño, así que empecé a leer lo que creí que era un libro de cuentos pero es una novela, Rito de iniciación, la última de Rosario Castellanos que acaba de salir. Resultó que ella había dicho que quemó el manuscrito pero hace poco lo encontraron y lo publicaron. La primera parte me pareció excelente, una prosa fluida como un río, maravillosa, pero ya luego tiene partes un poco repetitivas, en fin, no adelantaré juicio hasta acabar. El viernes tuve reunión en el PUEG con las nuevas estancias y antes pasé para conversar con Lucía. En la foto están Lucía, Elo, Helena, Claudia, Gerardo, Hedalith y Ema, en el restaurante preferido del equipo del Pueg, el Papalotl. Hemos quedado con Ema ir a los encuentros feministas, dado que es su tema de investigación. De ahí pasé al Diez donde estaba Rubén celebrando el cumpleaños de Gustavo que era el mismo 14 de febrero. De ahí pasamos al Tizoncito y en la noche a un bar, T-Gallery a encontrarnos con Cynthia, Alonso y amigos de ellos. El lugar era bonito, hubo música cubana en vivo para bailar, pero por muy poco tiempo. Luego Gustavo desapareció y anduvimos buscándolo, hasta había dejado su laptop en la custodia del local, ¡plop! El sábado tempranito desayunamos e hicimos las compras de la semana. Regresé a hablar con mi papá y con mi mamá al skype. Mi abuelita ha estado delicada, le han tenido que colocar un bypass pero felizmente ya está bien e incluso le han dado de alta. Mi mamá también está bien, en Quito, aprovechando su estancia en hotel cinco estrellas, al parece cuando ella salió de Lima mi abuelito estaba otra vez con infección urinaria, pero felizmente ya está recuperado. Estuvimos en el Zócalo, viendo discos en Mixup, andaba buscando uno de Mercedes con la canción de “Quien dijo que todo está perdido… yo vengo ofrecer mi corazón” y lo encontré, pero al oírlo en casa la cantaba Fito Páez, piña. De ahí quise uno de Edith Piaf pero no he hallado aún. El zócalo estaba lleno de gente pero varias calles estaban cerradas sólo para paso peatonal, así que se podía caminar por todo Madero muy a gusto. Fui al correo a mandar una postal de Guatemala para Fega y también compré algunas cosas en Anforama. Al regreso nos quedamos secos y en la noche fuimos a la fiesta de Gaby. Estuvo bien, había muchísima gente, amigos del francés, gente del trabajo, gente del norte, en fin, la casa estaba “lotada” como diría Flávia. El domingo desayunamos en Sanborn’s para seguir apoyando a Slim y hubo que hacer limpieza general de la casa. Paty me llamó desde Holanda, para avisarme que recién estaba por volver a Barcelona y de ahí me escribiría, porque hace mucho que no nos comunicamos y no ha respondido mis mails tampoco. Ha estado unos días con Alek conociendo a su familia (guau) y lo malo es que ya no irá a Lima porque tiene que entregar la tesis a fines de mayo y le falta un montón. Me dio mucho gusto hablarle y sentir su apoyo desde allá. En la tarde pasamos con los papás de Rubén a Tepito a comprar una aspiradora y otras cositas y terminamos comiendo en el pozole de Don Toño (está entre las veinte cosas que no puedes dejar de hacer en el DF, aunque mi pozole me supo un poco salado esta vez). En la noche probé la aspiradora dado que la alfombra no se limpiaba hace varios meses, ups. Caí rendida muy temprano y con un poco de malestar en la garganta así que estoy tomando mi tocosh para no ceder al resfrío.

jueves, 12 de febrero de 2009

Enseñanzas de Blancanieves


El libro (El padre de Blancanieves de Belén Gopegui) venía con muy buenas referencias, de Rodo y mi mamá que ya lo habían leído, y con un significado muy especial porque me lo dejó mi bella Montse antes de volver a Barcelona. Confieso que al principio no me atrapó y hasta me decepcionó un poco porque la prosa era bastante elemental, pero entonces me ganó el problema planteado, la lucha representada, cómo enfrentar el mundo en el que habitamos, qué salidas, qué ideas nos deben guiar. Y aunque el final no me gustó para nada, me pareció un poco abrupto, sí me parece que lo que se quería plantear y dejar como interrogante ahí estaba.

No sé por qué Rodo piensa que es un libro feminista, yo no lo plantearía como tal, en todo caso, no lo restringiría a un solo movimiento, me parece que plantea cuestiones interesantes para cualquier tipo de agrupación, grupo, comunidad que se plantee seriamente cambiar el mundo.

Sin embargo, una frase me pareció muy apropiada aplicada a ese contexto de las mujeres, no porque sean las únicas en caer en esos traspiés, sino porque al menos desde mi experiencia así lo he vivido. “Censurar el acto pero no a la persona que lo comete (…) si no los separamos desaparecería la confianza, el valor de rectificar, el aprendizaje”. Creo que en eso se reduce para mí, la posibilidad de que un grupo, de cualquier clase, pueda mejorar, subsistir, avanzar. Creo que también tiene mucho que ver con las enseñanzas de Brahma Kumaris, del pensamiento positivo, de no quedarse con lo negativo, sino dejar que permanezca lo bueno, lo que cada quien tiene en su espíritu de genuino: la paz, el amor, la armonía. Es un proceso difícil, creo que he caído muchas veces en ello, que he reducido a las personas a sus errores y no he sido capaz de ver más allá, pero ahora siento que sin saber estoy ya en esa dirección, lo que Oli dice es una de las enseñanzas de la educación para la paz.

Esto no es lo único interesante del libro, por supuesto, también un cuestionamiento económico que quizá nos ronda pero al que todavía no le damos la verdadera dimensión y está en nosotras y nosotros cambiar, como dejar de beber Coca Cola (sí, dejarla para siempre), por lo que hay detrás, por lo que hay delante. Y claro, si fuéramos radicales tendríamos que tener un huerto y vivir de otra manera completamente distinta, pero creo sinceramente que a la larga será posible. En fin, no les contaré el libro, por supuesto, sólo les comparto algunas citas. Creo que lo que señalamos en un libro, la forma de configurar nuestra pantalla de la compu, en fin, cada uno de esos gestos cotidianos, traducen de manera clara y sincera lo que somos y en qué estamos, así que ahí van algunas frases que espero los inviten a esta lectura o a otras:

“Según parece se es de izquierdas por la razón y se es de derechas por el interés”.

“Es que la razón siempre se pierde un poco cuando se llega a un punto en que, para tenerla, te alegra que las cosas vayan mal”.

“Estamos colonizados por las empresas, por una forma de entender la economía que nos impide decidir qué clase de país queremos”.

“Ahora mismo daría todo mi mundo porque estuvieras aquí y me abrazaras con fuerza. Luego, me arrepentiría”.

“No imaginaron ningún después, apenas el cuerpo ajeno excitando la excitación que ya sentían”.

“Es posible que me aferre a ella porque en la noche, a excepción de su cuerpo, todo lo que me rodea es precipicio, abismo”.

miércoles, 11 de febrero de 2009

No me des tregua


No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tálame como un sílex, desespérame.
Julio Cortázar.

martes, 10 de febrero de 2009

Guatemala




Lo primero que me sorprendió es la poca simpatía que muestra la gente con los turistas (o al menos conmigo). Desde los papeles y los requisitos en la Embajada de Guatemala en Lima, hasta que entrando a migración, parece que el sistema no reconocía mi visa (que sólo es una estampilla con sellos en el pasaporte) y me mandaron a que me dieran el visto bueno. Un señor ahí con un ojo vizco me preguntó cuánto dinero traía, me pidió mi tarjeta de crédito, me preguntó qué conocería y en fin, me hizo un interrogatorio pormenorizado. De ahí volví con la señorita con un papel con la lista de visas otorgadas en el mundo (entiendo yo) que ni devolvió las gracias. Lo segundo que me sorprendió es que a pesar de tanta rigidez, al salir con mis maletas nadie las revisó, no hubo ni luz verde ni luz roja, ni nada, paso libre para salir a la calle. Ana está igualita, con el cabello más oscuro al natural porque ya no se ha hecho rayitos. Nos subimos con mis maletotas vacías a su auto, que es una camioneta muy chiquita, compacta, apenas cabimos. La ciudad se veía poco poblada, no vi mucha gente en las calles, ni cuando estuvimos en el centro, no sé dónde están los ocho millones de habitantes que andan supuestamente en esta ciudad. Llegamos como ya dije al restaurante Hacienda Real (ver entrada anterior), pasamos al súper y a su depa. Me sorprendió encontrar a Ana en el discurso de que el tiempo se le ha pasado ya, con lo joven, guapa e inteligente que es, eso me apenó mucho. El viernes ella trabajó todo el día, regresó a almorzar, hizo tallarines en salsa roja muy sencillos y ricos que tomamos con vinito. En la noche fuimos a un barecito que le queda a dos calles de su casa, ahí tomamos varias cervezas. Ese día sí hacía mucho frío, pero como el barecito estaba muy chiquito y con mucha gente se sentía cálido ahí. Lo malo fue que salimos con el olor del cigarrillo impregnado por todas partes. Al día siguiente, el sábado Ana tenía clase de inglés muy temprano, la esperé para irnos al centro. El centro de Guatemala no es muy bonito, pero tiene su gracia. Tiene unos portales pero no de arco, la catedral y en general todas las iglesias que vi en el viaje no son muy nutridas por dentro, sino muy sencillas, con retablos muy simples. No hay restaurantes, ni cafecitos ahí, sólo tiendas y muy poca gente. Así que caminamos un rato con un clima entre nublado y con rayitos de sol tímidos y nos fuimos al mercado que está unas calles más allá. Ahí habían miles de cosas lindas, telas, cajas, baúles, manteles, billeteras, en fin, todo lo de tela me parece precioso. Hay que regatear siempre y es un problema porque no hay noción en los precios que te dicen. Aún así, aunque luego Ana me dijo que me dejaron algunas cosas caras yo comparé con Lima y me pareció barato o similar. De ahí fuimos a un centro cultural, la Casa Cervantes. Es bonita, una casa antigua con su cafecito, pero de cultural no tenía más que una pequeña tienda poco nutrida. Pero ahí nos comimos un sándwich y una cerveza y conversamos de nuestros planes, le dije a Ana que no podía rendirse así, que tenía mucho potencial desperdiciado al que no le estaba sacando provecho. Ahí conversando me pareció por ejemplo que si quiere estudiar el Colmex sigue siendo una buena opción, pero ella dice que ese fue su sueño antes pero ya no, así que igual le sugerí que pensara en un doctorado en literatura comparada, ella tiene la formación en literatura y además sabe muchos idiomas casi a la perfección, lo cual es vital. Ojalá se anime, le conté también de mis planes de seguir estudiando. De ahí pasamos el Museo del Ferrocarril, me gustó mucho y me pareció una gran idea. Están ahí los vagones, puedes entrar y salir, subir y bajar, es divertido, varios conservan su moviliario original. Sólo los de primera clase todavía no están abiertos al público pero se les podía ver por las ventanas. Pasamos de ahí al cine, queríamos ver la película de Ensayo sobre la ceguera, pero sólo la daban a las 10pm, así que vimos Siete almas. No estuvo mal, pero tampoco estuvo del todo bien, tiene cosas un poco inverosímiles, todo es sufrir y sufrir, pero sí mantiene la atención. En el cine compramos porquerías (canchita y nachos) pero no estaban buenos y los nachos venían con una salsa de tomate y una salsa de queso feas y no eran frescos sino embolsados. No comí casi nada. De ahí nos regresamos a la casa a charlar y ver pelis un rato, pero se veía muy mal el cable. El domingo nos fuimos temprano a la Antigua (eso quiere decir 10:30am), pasamos por unas amigas de Ana, Rosana y Marcela, una es italiana y la otra guatemalteca, así que ella hizo de mi guía. Nos tomó com una hora llegar a la Antigua, estacionamos el auto y ahí nos encontramos con el Embajador de Suiza en Guatemala que nos acompañó en el paseo, nos fuimos caminando por la plaza, fuimos a la catedral, a la nueva y a la antigua, al arco, a la pileta y ahí las chicas se cansaron, había un súper solazo, así que entramos en un restaurante que se llama Fridas y tomamos algo con guacamole. Pero ya no pudimos seguir porque Ana tenía el almuerzo de despedida de una amiga del trabajo que se vuelve a Italia. Hubo de entrada comida árabe (no sé por qué), de ahí sopa de elote y de ahí yo comí solo verduras porque había pollo frito que no como. Había vino tinto y blanco, me dieron a probar martini que no me gustó para nada (me pareció muy dulce) y la conversación fue amena entre todos pero luego se hicieron grupos más pequeños y además todos hablaban italiano y yo no entendía del todo. Había un señor cubano que tocaba en vivo, muy bonito así que bailamos una salsa, pero de ahí como vi que tenían para rato, ya eran las 4:00 de la tarde, me fui a ver la Iglesia de la Merced y los mercaditos que habían por ahí a los que no habíamos llegado en el paseo. Regresé y seguían ahí y nos quedamos hasta las 7:00 que ya insistí un poco porque no me sentía del todo cómoda. Salí a hacer fotos a la playa de noche y a la luna que estaba llena, pero me costó porque no encontraba la función para eso. Al volver, un amigo de los presentes empezó el eterno debate de si el pisco es peruano o chileno, porque había una chica chilena también en el grupo, novia de un profesor del instituto italiano, Francesco, que vive con Ana. Pero fue muy confrontatitvo y no me sentí cómoda, auque él también decía como yo que el pisco, claro, es peruano. Nos fuimos y como ni Ana ni yo habíamos comido bien, aunque el almuerzo fue muy caro, ella pidió una pizza. Estuvimos viendo tele y conversando. En la Antigua también vi que habían varios tours que se podían hacer pero como mucha gente no se siente cómoda en la ciudad y le tiene mucho miedo entonces creo que por eso Ana no planeó algo más, además de que tenía este compromiso. Sí me sentí un poco fuera de lugar pero ya luego lo conversamos y nos entendimos. Cada quien tiene su manera de entender lo que es recibir a alguien de visita y por último a mí me importa mucho más Ana que la ciudad en sí misma. De todos modos creo que ciertas resistencias de clase y otra índole hacen que Ana no se conecte con la ciudad y se sienta también poco contenta ahí. Por eso yo tampoco tuve mucha opción de conocer más porque ella no podía orientarme para hacerlo sola y le daba miedo que lo hiciera de todos modos. El lunes en la mañana Ana no fue al gimnasio porque había tomado mucho el domingo y no se levantó, pero se fue a trabajar igual y yo me quedé poniéndome al día en mails. Fuimos a almorzar en un restaurante que se llama Casa Chapina, comí unos tamales con una hierbita muy rica (me gustaron más que los mexicanos) que se llaman tamal de chipilines, y queso fundido porque todo el resto tenía carne o encurtidos y yo no como ninguna de las dos cosas. Me llamó la atención de que las tortillas que te ponen para acompañar la comida son bien gorditas (como las gorditas). Y también que a todo lo acompañan con una salsita de tomate roja, que estaba rica. Quedamos con Ana que ella iría a su clase de francés, de ahí un rato a la despedida de soltera de su amiga y regresaría para ir a tomarnos unas cervezas como previos de la despedida. Así que nos fuimos al Bar Esperanto (que fue el mismo al que fuimos antes, pero no recordaba su nombre) y estuvimos haciendo planes para seguir estudios y para que Ana me visite en México. Hoy Ana tuvo que ir a trabajar temprano, me quedé trabajando también un rato. Almorzamos en una cafetería llamada San Jorge (que es el equivalente de San Antonio, pero no tiene tanta variedad de sándwiches), lamentablemente no había tamalitos ahí y ya no pude comer más, Analú me había recomendado unos llamados chuchitos también. Será ocasión para regresar, así como par ir a ver los volcanes. De ahí me llevó al aeropuerto, como en Lima no dejan entrar, pero en este caso nisiquiera hay un área donde todos pueden acceder, así que nos despedimos ahí no más en la puerta, con la promesa de vernos pronto, de estar en comunicación y de apoyarnos mutuamente en el aburrido proceso de postular para estudiar en EU. Besitos y besitos para Ana, brujita linda, miau, miau.

viernes, 6 de febrero de 2009

De Ñaña a Guatemala


El lunes estuve trabajando en casa, acabando el boletín, pero también me di tiempo para ir por el ISBN a la biblioteca nacional. Tenía varias cosas que adelantar antes de irme a Ñaña de relatora de un evento. El martes tenía la reunión con las chicas del seminario de escritura, fui un rato, no éramos tantas pero la pasamos bien. El miércoles tenía una reunión previa con el equipo de Astraea, quienes organizaban el evento, y de ahí fui a ver a Inés y Danilo para despedirnos. Fuimos a un lugar de pizzas en la Av. Ejército, se llamaba Maverick y me gustó mucho, comimos empanadas y pan al ajo con cervecita. El jueves en la mañana acabé algunas cosas pendientes urgentes de la oficina y me fui al hotel del que partiríamos y estuve en el evento hasta el martes en la noche. La experiencia fue muy interesante y la disfruté mucho pero me dejó en un gran estrés, con un solo día para despedidas, hacer maletas, terminar encargos, tener reuniones en la oficina, antes del viaje. El martes en la noche tuve la despedida en San Felipe con Ibis, Hochi, Mara, Luz, Milagro, Tabata y el miércoles tuve reunión en la oficina temprano, alisté maletas, almorcé con mi papá y mis hermanitos, me reuní con Rodo y como Rocío estaba enferma y ya no pude verla, además de que mi mamá tenía una reunión que no pudo postergar, entonces estuvimos con Rodo por el centro, haciendo mis últimas compras, tomando cerveza y pisquito por todo el centro de Lima, hasta terminar cansadísimos y medio borrachos comprando en Metro los últimos encargos. Al día siguiente tomé el avión en la mañana. Mi abuelito estaba dormido así que sólo le di un besito de despedida. Como siempre me fui con penita pero con la certeza de regresar pronto. Además mi mamá estará fuera de Lima por varias semanas por su trabajo en este periodo y por tanto tampoco íbamos a tener tanto tiempo para compartir, pero ya luego lo podremos hacer. Igual Beli parece que irá a México por el encuentro feminista, al que yo también espero asistir. Pero de todos modos me fui con un poco la sensación de que no hice todo lo que quería y de que siempre el tiempo es insuficiente. El viaje fue largo y dormí mal todo el tiempo. Como no había comido, al llegar a Guatemala Ana me llevó a un restaurante muy bonito que se llama Hacienda Real, aunque se parecía mucho a México, el lugar, la cerámica y también la comida. Estuvimos conversando largo rato, comí un pescado a las brasas y cervecita, nos pusimos en general al día, pero la siento a ella un poco decepcionada de todo, espero que podamos hablar de eso en estos días, que tiene que cambiar su actitud para conseguir las cosas que quiere. De ahí fuimos al súper y a su depa, que está muy bonito, muy grande, en un condominio tipo Melrose pero sin piscina (y sin intriga). Vino una amiga de ella y tomamos un vino pero de ahí nos fuimos a dormir porque yo estaba muy cansada. Hoy Ana tiene que trabajar y yo haré lo mismo, pero ya el fin podremos conocer otros lugares. Así empieza el periplo hacia México, de vuelta.