viernes, 6 de febrero de 2009

De Ñaña a Guatemala


El lunes estuve trabajando en casa, acabando el boletín, pero también me di tiempo para ir por el ISBN a la biblioteca nacional. Tenía varias cosas que adelantar antes de irme a Ñaña de relatora de un evento. El martes tenía la reunión con las chicas del seminario de escritura, fui un rato, no éramos tantas pero la pasamos bien. El miércoles tenía una reunión previa con el equipo de Astraea, quienes organizaban el evento, y de ahí fui a ver a Inés y Danilo para despedirnos. Fuimos a un lugar de pizzas en la Av. Ejército, se llamaba Maverick y me gustó mucho, comimos empanadas y pan al ajo con cervecita. El jueves en la mañana acabé algunas cosas pendientes urgentes de la oficina y me fui al hotel del que partiríamos y estuve en el evento hasta el martes en la noche. La experiencia fue muy interesante y la disfruté mucho pero me dejó en un gran estrés, con un solo día para despedidas, hacer maletas, terminar encargos, tener reuniones en la oficina, antes del viaje. El martes en la noche tuve la despedida en San Felipe con Ibis, Hochi, Mara, Luz, Milagro, Tabata y el miércoles tuve reunión en la oficina temprano, alisté maletas, almorcé con mi papá y mis hermanitos, me reuní con Rodo y como Rocío estaba enferma y ya no pude verla, además de que mi mamá tenía una reunión que no pudo postergar, entonces estuvimos con Rodo por el centro, haciendo mis últimas compras, tomando cerveza y pisquito por todo el centro de Lima, hasta terminar cansadísimos y medio borrachos comprando en Metro los últimos encargos. Al día siguiente tomé el avión en la mañana. Mi abuelito estaba dormido así que sólo le di un besito de despedida. Como siempre me fui con penita pero con la certeza de regresar pronto. Además mi mamá estará fuera de Lima por varias semanas por su trabajo en este periodo y por tanto tampoco íbamos a tener tanto tiempo para compartir, pero ya luego lo podremos hacer. Igual Beli parece que irá a México por el encuentro feminista, al que yo también espero asistir. Pero de todos modos me fui con un poco la sensación de que no hice todo lo que quería y de que siempre el tiempo es insuficiente. El viaje fue largo y dormí mal todo el tiempo. Como no había comido, al llegar a Guatemala Ana me llevó a un restaurante muy bonito que se llama Hacienda Real, aunque se parecía mucho a México, el lugar, la cerámica y también la comida. Estuvimos conversando largo rato, comí un pescado a las brasas y cervecita, nos pusimos en general al día, pero la siento a ella un poco decepcionada de todo, espero que podamos hablar de eso en estos días, que tiene que cambiar su actitud para conseguir las cosas que quiere. De ahí fuimos al súper y a su depa, que está muy bonito, muy grande, en un condominio tipo Melrose pero sin piscina (y sin intriga). Vino una amiga de ella y tomamos un vino pero de ahí nos fuimos a dormir porque yo estaba muy cansada. Hoy Ana tiene que trabajar y yo haré lo mismo, pero ya el fin podremos conocer otros lugares. Así empieza el periplo hacia México, de vuelta.

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