lunes, 18 de mayo de 2009

¡Soy Libertad!

Toda la semana ha llovido, principalmente de noche, por lo que parece que se adelantarán un poco las lluvias. No me gustan las lluvias primero porque provengo de una ciudad donde no llueve y la vida es mucho más simple, porque sino, la lluvia te atrapa en cualquier lugar y tienes que correr a refugiarte en un sitio, o esperar y como que todo se trastoca. Esa inseguridad me da mucha angustia. Por otro lado, tienes que cargar siempre el paraguas y el clima cambia, hace calor (porque es verano aquí) pero con la lluvia puede bajar mucho la temperatura, así que es difícil elegir la ropa que te pones. Por otro lado, si bien por el calor se deberían usar sandalias, las botas resultan más cómodas para ir entre los charcos de agua. De modo que andar en verano con botas es algo muy extraño para mí.
El lunes me levanté sin ánimos, sin ganas de salir de la cama, sin ganas de hacer nada, pero tenía el compromiso con Lucía de dar una clase en el seminario de crítica cultural y género, así que a fuerzas tuve que salir. Pasé la mañana viendo cosas del trabajo y salí con antelación para pasar por el Pueg por el cheque e irme caminando a San Ángel donde vive Lucía. Llegué como 45 minutos antes, por lo que di una vuelta y encontré un internet donde me quedé un rato. Ahora que el Pueg está en remodelación, en la casa de Lucía están también Olga y Claudia trabajando así que no quería interrumpir. El depa de Lucía es muy bonito y apacible, aunque pequeño, pero bien decorado y acogedor, comimos un poco de ensalada y atún. La clase estuvo muy bien, la disfruté mucho, a pesar de que no quería ir. Hablamos de un texto de Bruner sobre el yo narrativo, sobre el sentido de la narración en la vida humana y en la construcción de la identidad. También comentamos un texto de Scott sobre la experiencia. Algunas intervenciones fueron muy precisas y me dieron pie a ampliar el tema hacia las escritoras, como siempre llevando el agua a mi molino. Después del receso para tomar aire, el salón era muy caliente porque casi no habían ventanas, comentamos “El árbol” y “La última niebla” de María Luisa Bombal. Al releerlos para la clase recobré el apasionamiento que siempre me han producido, especialmente “La última niebla”, así que surgieron nuevos elementos de interpretación, incluso inesperados para mí, a lo cual también contribuyó que tenía que explicarlo a la clase. Realmente en la narración uno se va construyendo y recreando cada vez. Acabamos entonces y sentí que, al menos por sus rostros, la mayoría estaba satisfecha con el diálogo y eso me alegró. Regresé a casa a seguir con mis lecturas de La náusea y La casa de la Mema, que ahora ya acabé. Empiezo con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Haruki Murakami.
El martes ya me pude quedar todo el día trabajando y leyendo. Aunque a causa del calor no he estado durmiendo bien de modo que tenía cansancio acumulado. En la noche sushi 2x1 nuevamente. El miércoles me encontré con Ema en la UNAM, estoy coordinando con ella para retomar mis clases de italiano, hacer un repaso para al regresar a Lima dar el examen de ubicación, espero que no me atrasen mucho de lo que estaba, sólo me falta un nivel. El jueves día de trabajo completo también, afinar boletín, retomar proyectos, acabar lecturas. Me gustaron mucho unos textos de Butler que retomé, me ha ayudado a algunas reflexiones sobre el género que espero escribir pronto. También estoy leyendo en inglés lo cual me cuesta mucho. En la noche vemos Powder Blue que estuvo simpática, triste con final feliz, pero me parece que retoma algunos puntos clichés de la bailarina exótica (¿no hay otras profesiones que puedan ejercer las mujeres?), el exconvicto, en fin, temas ya muy manoseados en el cine. El viernes no tengo ganas de trabajar, pero ahí sigo, el último empujoncito. Vamos por el papel cascarón para enmarcar mi rompecabezas, hacemos compras y en la noche vamos a una fiesta. Un tipo no quiere dejarnos poner música, luego hacemos un trato de cinco y cinco, pero se la pasa apagando el equipo con el contro remoto a distancia, ¡como si nadie se diera cuenta! Nos vamos a las 2 de la mañana. Sábado recuperándonos de la mala noche, almuerzo en el sushi, me encuentro con Cynthia en Coyocán, ya terminaron de arreglar los parques y está muy bonito, han vuelto los vendedores, pero me controlo y no compro nada. El domingo vamos a montar bicis pero no encontramos, pasamos al Museo Tamayo, que una vez buscamos con mi mamá y nunca encontramos. Ahí veo un cuadro de Magritte original, muy bueno (me parece que se titulaba “Isla desierta”, tenía unos arbustos en forma de aves), como todo lo que hace él. Paso por casa de Oli por lo del cheque, almorzamos en El Diez. No encuentro a Elo al celular. Vamos al cine a ver Reencuentros, con Helen Hunt (y dirigida por ella). Me gusta la película, sencilla pero bien llevada. Hablo con Elo al celu, estaba cocinando y no escuchó la llamada, quedamos vernos para que le comente sus avances y su proyecto. Me meto al face a tontear, hago el test de qué personaje de Mafalda eres: ¡soy Libertad!

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